domingo, 2 de agosto de 2009

Crónica de una salida en Cabo de Palos (4 y 5 de julio) 6. (I)

Capítulo 6. Harry Potter y las Arenas de la Transformación (dedicado a Jaribas, como alma del proyecto SENSACIONES, y a todos los amigos con los que pude compartir aquel estupendo fin de semana) (c) Fernando García-Quismondo (Erostrato12)
La noche oscura hacía ya tiempo que se había adueñado de las torres, patios y escaleras de Hogwarts. En los dormitorios de la casa de Gryffindor comenzaba a clarear, pero la luz de la luna que entraba por la ventana parecía sumergir aún el dormitorio en una luz irreal. En su cama, Harry Potter se agitaba inquieto. Parecía estar discutiendo con alguien e, incluso en sueños, su rostro contraído mostraba a todas luces que la cicatriz en su frente había vuelto a comenzar a latir dolorosamente una vez más. Sumergido en sus sueños, Harry oyó un silbido agudo en su mente, mientras intentaba desentrañar el sentido de aquella visión que estaba teniendo. En ella sólo se veía a sí mismo buceando rodeado de arena, nada más que arena a su alrededor. No entendía qué podía significar aquel extenso y ominoso arenal, y comenzaba a sentir el desasosiego, cuando de pronto sintió un escalofrío. Detrás del círculo de luz hasta donde llegaba el hechizo de su varita en su sueño pudo oir una voz extrañamente familiar en aquellas aguas, una voz chillona y sibilante que le llamaba por su nombre: Harry... Harry...Era él. Era Voldemort...
Harry se despertó bruscamente, bañado en sudor, para encontrarse cara a cara con su amigo Ron, que le miraba con aire preocupado.
- ¿Estás bien, Harry? Me estabas asustando. Estabas hablando en sueños y agitándote mucho. Te he llamado varias veces y parecías no oirme.
- Estoy bien, no te preocupes, Ron - respondió Harry, no pudiendo evitar alzar su mano hacia la cicatriz, que ahora latía dolorosamente.
- Ya, "estoy bien, no te preocupes" - dijo Ron con un tono de burla en su voz - A mí no me engañas, amigo, tú cenaste demasiado anoche después de la inmersión nocturna que hicimos. Te ví atacar con ganas aquella barbacoa tan estupenda que nos organizaron los amigos de Balkysub. Y no hace falta haber estudiado pociones y hechizos medicinales con Snape para saber que tanto choricito, tanta morcillita, tanta cervecita, luego pasan factura...
Harry no respondió. El dolor en la cicatriz no remitía, y la luz de la mañana, que iba entrando poco a poco por la ventana, le hacía latir la sien con fuerza... "maldita resaca" - pensó por un instante. Ron, que seguía observándole en silencio, le preguntó:
- Es la cicatriz de nuevo, ¿verdad? ¿Has hablado con Dumbledore sobre esto? ¿Crees que podemos encontrar algun problema en la inmersión de esta mañana? Ten en cuenta que vamos a ir todos los miembros de la casa de Gryffindor (*). Caray, de hecho va a parecerse mucho a lo que los muggles llaman "una quedada".
- No, no he hablado con él - respondió Harry taciturno, mientras se colocaba las gafas y buscaba por la habitación la capa de neopreno y su varita.
- Ni tampoco pienso hacerlo. Esta es mi guerra, y...
- No. No lo es, Harry - repuso Ron - Es nuestra guerra. Todos los buceadores de Hogwarts estamos implicados, y los miembros de Gryffindor que vamos a salir en esta inmersión aún más, y lo sabes.
Harry no respondió a su amigo. Acabó de preparar su equipo y salió por la puerta, en busca de los demás. Presentía que aquel no iba a ser un día como otro cualquiera, y seguía sintiendo aún el latido en su frente. Algo iba a pasar...
En la lancha, mientras se dirigían a su destino, Dumbledore observó cómo Harry parecía ausente.
- ¿Estás bien, Harry? Te noto preocupado... ¿todavía sigues pensando que llevas demasiado lastre? Te he dicho muchas veces que cada uno necesita lo que...
- No es eso, profesor Dumbledore - contestó Harry - Es que anoche tuve un sueño que me dejó...
No pudo seguir, ya que en aquel momento se había desatado una discusión al otro lado de la barca.
- ¡Te juro que he cogido las dos aletas, Hermione! ¿o es que piensas que soy un estúpido? ¡claro que las he echado a la barca! - decía Ron a su amiga.
- ¡No me vengas con esas, Ron Weasley! - chillaba Hermione - ¡Todos los fotosub sois iguales, os ponéis a preparar los cables, los objetivos, las pletinas y demás, y al final os acabáis olvidando de lo más elemental! - finalmente alzó una aleta de entre el montón
- ¡¡ Mira, Ron, aquí está tu aleta !!
- ¿Ves cómo las había traído? Caray, siempre igual, nunca piensas que haga algo bien, como si las veces que me he extraviado debajo del agua fueran siempre culpa mía, cuando... - Ron se calló inmediatamente, al ver el ceño de Hermione - er... esto... tienes toda la razón, claro... perdóname... anda, dame un bechito, un bechito sólo, dame un bechito, Hermione...
- "Bromurus castratus" - susurró Hermione, dejando la líbido de Ron por los suelos durante un buen rato - Ahora no, Ron, que estamos llegando a nuestro destino... ya hablaremos luego...
Harry miró por la borda. Era una mañana radiante, y la boya que marcaba la presencia del bajo de Piles flotaba sobre un mar luminoso y tranquilo ante sus ojos. Todo parecía tan ideal, la temperatura, el agua, la presencia de sus amigos... y sin embargo, aquel dolor en su cicatriz seguía sin remitir. Como solía ser habitual, una vez que Hagrid aseguró el fondeo de la embarcación, se produjo el habitual maremagnum de voces y gritos entre los aprendices de mago que poblaban la barca mientras se equipaban de cara a la inmersión. Todos se retorcieron de risa viendo como, una vez más, Neville Longbottom se hacía un lío con los latiguillos y buscaba desesperadamente el regulador dando vueltas sobre sí mismo y sacudiendo su varita mientras pronunciaba sin éxito el encantamiento "¡ localitas octopus ! ¡ localitas octopus !", hasta que alguien finalmente le ayudó a colocarse adecuadamente el equipo.
- ¿Estáis listos, alumnos de Gryffindor? - les preguntó Dumbledore - ¿habéis abierto las botellas y comprobado la presión?
- ¡Sí, señor! - corearon todos, aunque algún alumno de primer curso, en el extremo de la embarcación, se dió cuenta que todavía no había cumplido con aquel protocolo, y susurró en voz baja el hechizo correspondiente ("¡neumática inhalate!") antes de unirse al resto de la comitiva.
- Está bien - prosiguió Dumbledore - hoy vamos a bucear en el bajo de Piles. Creo que no tengo nada que explicaros, ya que lo conocéis todos, así que recordad que lo único que tenéis que hacer por vosotros mismos es respirar, compensar y aletear, como os enseñaron en el opengüater. Para lo demás, usad la varita. ¿listos entonces?
- ¡Sí, profesor Dumbledore! - corearon todos a la vez.
- Está bien - respondió este, alzando su varita - En ese caso... ¡¡¡¡ ALAQUAPATUS !!!!
Al hechizo de Dumbledore todos cayeron de la barca y se sumergieron bajo aquellas maravillosas aguas. Incluso aquellos que habían conocido la zona por primera vez en aquel viaje reconocían que era uno de los mejores puntos en la costa mediterránea, repleto de vida por todas partes. Harry Potter bajó rápidamente, acompañado como siempre de Ron (Hermione había preferido quedarse atrás, por si el hechizo del Bromurus perdía efectividad), y aparte de contemplar extasiado la riqueza de aquellos fondos, no pudo por menos que sentirse envuelto por un cálido sentimiento de cariño cuando comprobó que Dumbledore, a pesar de su edad, también había bajado con ellos aunque, como ya empezaba a chochear, seguía dando vueltas alrededor del cabo de fondeo.
- ¿Seguimos por allí, Harry? Creo que hay un banco de espetones bastante majo - Indicó Ron.
- Por supuesto. Voy delante. - replicó Harry - pero se llaman barracudas...
- Espetones - replicó Ron
- Barracudas - insistió Harry
- Bueno, qué más da, vamos para allá - zanjó su amigo, alzando la varita.
Y así, ambos se dirigieron hacia el extremo del bajo, aleteando confiados en medio de la suave corriente habitual de aquella zona, dispuestos en todo momento a alzar sus varitas para petrificar la imagen de cualquier ser vivo que asomara por entre las rocas. Pero aquella placidez llegó a su fin inesperadamente. Al llegar al extremo, como si una nube hubiera ocultado el sol, el vello se erizó en el cuerpo de ambos. No era sólo una termoclina lo que habían atravesado. Ante ellos se produjo un fogonazo deslumbrante y Harry pudo oir una vez más aquella voz que tan bien conocía helándole la sangre:
- Vaya, vaya, vaya... mira quien tenemos aquí... si es el mismísimo Harry Potter - dijo aquella voz chillona y estridente.
Sí. Era él. Era Voldemort, quien, con mirada fría y la boca semiabierta, mostrando sus afilados dientes, observaba como una serpiente a Harry. La herida en la frente de Harry latía ahora con furia. Tenía que sobreponerse al miedo que le atenazaba. Al fin había llegado el momento... Allí, en medio del mar, Harry Potter estaba a punto de enfrentarse definitivamente al señor de la oscuridad. Y, aunque no estaba sólo, ya que sus amigos le seguían, sabía que el poder del Señor Oscuro era infinitamente superior al suyo. Pero no había vuelta atrás. En aquel preciso lugar, en las profundidades de Cabo de Palos, y siendo observados por meros, corvinas, falsos abadejos y hasta los pequeños y brillantes nudibranquios, debía producirse el enfrentamiento final entre ambos. Y debía ser mortal. Harry lo sabía muy bien....
[Fin de la primera parte del capítulo 6. La segunda parte -y última entrega de esta extensa crónica- en este fin de semana. Y tranquilos, que el estilo será distinto... ]
(*) Nota del traductor: En la lengua de los magos, "Gryffindor" significa "SENSACIONES"...

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